Empecemos por el principio. En 1897 tiene lugar la primera representación de Cyrano de Bergerac, escrita por un joven dramaturgo llamado Edmond Rostand, y lejanamente inspirada por el personaje real que da nombre al título de la obra. Nadie piensa que la obra vaya a triunfar, ni siquiera su autor: es muy larga, está escrita en verso y requiere unos medios impropios del teatro de la época, entre los que se incluye una escena de batalla. La ruina de sus promotores parece inevitable.
A día de hoy, Cyrano de Bergerac es la obra más representada del teatro francés, y acumula triunfos, tanto en Francia como en el extranjero.
Para ello, Michalik se toma muchas licencias, y se aleja a menudo de la realidad. Pero si aceptamos esta premisa, la película (que en España recibe el título de Cartas a Roxane) se nos antoja divertida, bien construida y con una calidad propia de las buenas producciones del cine francés, tal y como se puede ver el el tráiler.
Sin lugar a dudas es un bonito homenaje a la obra de teatro más famosa de Francia. Por algo le da su nombre a este blog... 😉
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