Clásico entre los clásicos, Ne me quitte pas, canción preferida de los franceses, fue escrita en 1959 por el belga Jacques Brel después de su ruptura con Suzanne Gabriello. No es una canción de amor al uso y no es un himno a la grandeza del amor. La letra muestra hasta qué punto un hombre es capaz de humillarse por recuperar un amor perdido. El mismo Brel afirmaba que cuenta la historia de un hombre "fracasado, gilipollas y cobarde".
Cantada por múltiples artistas (entre ellos Miguel Bosé, en una versión poco afortunada), nadie ha llegado al nivel interpretativo de Brel, cuyo dramatismo es absoluto. Vive el sufrimiento de la canción, porque se trata de un dolor personal. Él es el fracasado, el gilipollas y el cobarde.
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