¿A quién va dirigido este artículo?
En principios, por las características de nuestro blog, el público al que apuntamos es muy concreto: candidato a oposiciones de francés, de Primaria o Secundaria. Pero en realidad, los consejos que aquí ofrecemos pueden ser útiles a cualquiera que quiera acudir a una academia de oposiciones, sean cuales sean éstas.
Primera pregunta: ¿Merece la pena apuntarse a una academia?
La respuesta no te va a gustar: Depende. ¿De qué depende? del perfil del opositor. Básicamente, una academia sirve para secuenciar el estudio, organizarlo en el tiempo, ofrecer materiales de trabajo (sobre todo el temario), explicaciones sobre éste y resolver dudas. A cambio, piden dinero (Estamos en una sociedad mercantilista, no lo olvidemos...). Este gasto se lo pueden ahorrar las personas con determinadas cualidades:
- Que sepan organizar su tiempo y establecerse un calendario, tanto anual como semanal.
- Que tengan la fuerza de voluntad necesaria (no siempre es fácil) para seguir ese calendario al pie de la letra.
- Que tengan los medios para conseguir unos buenos materiales de trabajo (Conseguir materiales no es complicado, lo complicado es ser capaz de evaluar la calidad).
- Que cuenten con alguna ayuda externa para resolver sus dudas (Para esto viene genial tener a alguien matriculado en una academia).
Si reúnes estas cualidades, enhorabuena, eres candidato a ahorrarte la academia. Sin embargo, debes pensártelo muy bien. Aunque las buenas academias son caras (De las baratas ni hablamos...), suponen un acompañamiento extraordinario para el opositor, sobre todo si éste se presenta por primera vez. Así que el primer consejo que te daremos aquí es que te apuntes al menos el primer año. Luego, si tienes que opositar más veces, ya tendrás una base y una experiencia para intentar la aventura por tu cuenta.
¿Todas las academias son buenas?
Rotundamente no. Las hay objetivamente malas, y las hay objetivamente buenas. Pero ese valor no es absoluto. Muchas academias pueden ser muy buenas en unas preparaciones y muy malas en otras. Se puede dar el caso, por ejemplo, de que un compañero que se presenta por Lengua Castellana hable maravillas de su academia, te convenza para apuntarte, y descubras demasiado tarde que la prestación para el Francés no es buena.
Entonces, ¿cómo sé si una academia es buena?
Empecemos por ver qué ofrece una academia:- Ofrece información. Uno de los grandes miedos del opositor es quedarse desinformado de algo, y que por ejemplo se le pase el plazo para echar los papeles, o que salga una normativa que afecte a la oposición y no enterarse... Estas cosas llegan a quitar el sueño. La academia os alivia de esa carga mental, informando a sus alumnos de todas las novedades interesantes. Esto lo hacen todas de una manera muy parecida. Todas te van a tener al tanto de las noticias relevantes, y te van a contestar las dudas que tengas. No suele ser pues un criterio distintivo. Eso sí, si preguntas algo y palpas la inseguridad del que te contesta, ¡huye!
- Ofrece materiales. No son sólo los famosos temarios, También suelen ofrecer cuadernos de normativa, de técnicas de estudio, de coaching y autoconfianza, etc. Aquí sí puedes encontrar diferencias entre academias, sobre todo el el temario, que es sin duda un elemento clave para ver la calidad de una academia. Para evaluar ese temario, debes tener en cuenta 2 criterios.
- La calidad. Hay temarios buenos y otros no tanto. Presta atención sobre todo a la actualización (Un temario de hace 10 años te puede valer, pero el esfuerzo para ponerlo al día es enorme).
- La originalidad. Las buenas academias tienen sus propios temarios, que sólo dan (en teoría...) a sus alumnos. Otra academias, sobre todo si son pequeñas, utilizan temarios más difundidos, por lo que sus alumnos se arriesgan más a presentar, en el examen, redacciones similares a otros muchos candidatos. Esta falta de originalidad no es definitiva. Si el temario es bueno, puedes partir de él y hacerte tu propia adaptación. De hecho, es una buena manera de plantearse su estudio.
- Ofrece clases. Fíjate que el horario de las clase te venga bien. Huye de la academia dispuesta a adaptarse a tus necesidades, del tipo "Si sólo puedes venir los martes por la tarde, precisamente estamos pensando en abrir un grupo ese día". Eso significa que van a buscar a toda prisa a un profesor para encasquetarle un grupo del que habrá constantemente alumnos que entren y salgan. Nada bueno puede salir de eso.
- Paga un profesor para que dé clases. Esta es la clave de bóveda. La calidad de la academia será la del profesor que te dé clases. Por eso una academia puede ser genial para una oposición y mala para otra: porque son distintos profesores. Incluso se dan casos de alumnos que siguen a un profesor cuando éste cambia de academia.
Vale, ¿y cómo sé si un profesor es bueno?
Requisito 1: El profesor superó en su momento una oposición. Sí, parece evidente. Sin embargo, hay quien da clase para opositores y a la vez oposita. Normalmente se lo tienen muy callado, pero imagina la cara de sus alumnos el primer día de oposición, cuando se lo encuentran, nerviosito, en la puerta del instituto. Pueden ser interinos, estar trabajando y tener experiencia profesional, pero alguien que no ha superado una prueba no puede formar a nadie para superarla.
Requisito 2: El profesor está en servicio activo. Los jubilados no sirven, están desconectados del sistema. Pero lo mismo que los interinos, son baratos de contratar, y algunas academias velan más por el ahorro que por la calidad.
Una vez establecidas esas premisas (Resumiendo: El profesor de la academia es un profesor titular, funcionario pues, en activo. Si no se cumple eso, no te apuntes a esa academia), vamos a ver los criterios para el análisis.
Lo primero que hay que ver del profesor es su antigüedad en la academia. Cuanto más tiempo, mejor. Si lleva poco tiempo, intenta averiguar si tiene experiencia previa formando opositores.
Lo segundo es la opinión que tienen de él sus alumnos anteriores. Hoy en día, las redes sociales facilitan la obtención de ese tipo de información. Además, si lleva tiempo en la academia, es más fácil conseguir información sobre él. Busca tanto la opinión de los que ya han aprobado (Te dirán las cosas que hace bien) como la de los alumnos que repiten con él (Te dirán los motivos por los que no cambian de academia).
También se puede mirar su trayectoria profesional, aunque esto es muy subjetivo. Un profesor joven que sacó la oposición hace poco sabrá mucho de normativa y de teoría, pero poco de la práctica diaria dentro del aula. Un profesor maduro tendrá mucha más experiencia y vivencias de clase, pero no manejará tan bien los conceptos recientes. Ya sabes: evaluación competencial, estándares de aprendizajes, indicadores de logro y otra cosas modernas (y a veces sin sentido..) de las que hablaremos más adelante. Así que un profesor joven parece más provechoso si tu objetivo es sólo la oposición. Un profesor maduro te puede aportar más si lo que quieres es oír la voz de la experiencia, además de prepararte bien para la prueba, claro.
Otro punto por mirar es si ha sido anteriormente miembro de un tribunal de oposición. Si lo ha sido, estupendo. Tiene una experiencia muy útil para mejorar la preparación de sus alumnos. Pero cuidado, el hecho de no haberlo sido no es negativo. Los miembros de tribunal no son elegidos por ser profesionales destacados. Algunos van al tribunal porque lo piden (por el vil dinero) y otros porque son obligados por la Administración. Tu profesor de academia puede no haber estado nunca en un tribunal (Porque no le hacen falta los cuartos, o porque al ser preparador, la Ley no le permite ser nombrado) y ser un excelente formador.
Por último, hay que informarse sobre la atención del profesor a las consultas personales. Los hay más reticentes a contestar fuera de sus estrictas obligaciones académicas, y limitan las consultas al tiempo de clase. Otros son más fácilmente accesibles y ofrecen medios para atender consultas fuera del horario lectivo. Si te planteas una preparación seria, te surgirán muchas preguntas, y es importante obtener respuestas, al poder ser rápidas.
¿Algunos detalles más a tener en cuenta?
El índice de aprobados en convocatorias anteriores es un buen dato a tener en cuenta, pero presenta 2 inconvenientes. Primero, como dicen los anuncios de fondos de inversión, "la rentabilidad pasada no garantiza la rentabilidad futura". Segundo, y más importante, el porcentaje de aprobados de una academia es un dato que en general sólo te puede dar la propia academia, y ya te puedes imaginar el grado de veracidad que le puedes otorgar... Así que tampoco lo consideres determinante.
Por supuesto, la ubicación de la academia también cuenta. Cuanto más lejos esté, más buena tiene que ser para que te merezca la pena apuntarte.
Lo mismo para el número de alumnos por clase. Una buena academia pondrá límites más altos, y te puedes encontrar con una clase de 25 alumnos, lo que dificulta la atención personal. Pero merecerá la pena si la formación es muy buena. ¿Mejor una clase de 5? No, porque eso habla mal de la calidad de una academia. Además, se pierde el valor añadido del colectivo. Tus compañeros de academia serán tus rivales el día del examen, pero ahora son unos buenos aliados, os podéis aprovechar todos de eso, formando un grupo compacto con provechosas interacciones. Lo más equilibrado pues será una clase entre 10 y 15 alumnos.
Conclusión: ¿Me apunto o no?
Tú verás... Tú pagas y la decisión es tuya. Pero no olvides lo más importante: apuntarte a una academia no te va a garantizar nada. La base de tu preparación va a seguir dependiendo de ti, de tu trabajo, de tu constancia, de tu esfuerzo. La academia sólo es un instrumento y si lo utilizas mal, no cumplirá su función.
Y recuerda que no todos buscan lo mismo. Algunos buscan un buen temario, otros la obligación de seguir un ritmo de trabajo, otros un profesor que explique bien, otros la tranquilidad de saber que no se van a perder una novedad importante... No buscas una buena academia, buscas una buena academia PARA TI.
En cualquier caso, optes por apuntarte o prefieras ir por libre, te deseamos mucha suerte. Bonne chance!
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